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lunes, 25 de abril de 2011
Alternativa a la vía Judicial. La Mediación penal se abre paso a duras penas en el sistema judicial.
La resolución de conflictos se basa en el diálogo víctima-agresor.
En cuatro años se ha sometido a esta fórmula más de un centenar de casos.
Solo dos juzgados de la capital aragonesa ofertan este servicio.
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Si se tiene un problema de convivencia con un vecino o se sufre un atraco en la calle, se pueden hacer dos cosas.
Una de ellas es presentar denuncia, esperar a que detengan al autor y declarar contra él en la vista oral del juicio.
La otra vía consiste en recurrir a la mediación penal, un moderno sistema de resolución de conflictos que pone en contacto a la víctima y al agresor y que persigue, ante todo, que el perjudicado reciba una reparación moral y económica por lo que ha pasado y que el responsable pida perdón por el mal causado. Dos respuestas que suelen estar ausentes del procedimiento habitual, en el que apenas hay contacto entre el responsable del hecho y la víctima.
La mediación penal, que se desarrolla en el entorno intrajudicial, empezó a practicarse en Aragón, de forma pionera y demostrativa, en el año 2007.
En la actualidad, esta fórmula se ofrece a las partes de faltas y delitos en solo dos juzgados de la capital aragonesa, aunque a lo largo del tiempo han participado otros órganos jurisdiccionales unipersonales.
En los cuatro años que lleva la experiencia en marcha, se han realizado en torno a cien mediaciones penales, de las cuales el 32% ha terminado con acuerdo, un 27% sin acuerdo, y otro 40% se ha frustrado al no estar alguna de las partes interesada en seguir ese cauce. Del total de las mediaciones penales que han llegado a su término, un 46% acabó con acuerdo, y el resto, sin que los intervinientes alcanzaran un resultado satisfactorio. Asimismo, en las mediaciones sin acuerdo se registró un 22% en el que hubo pacificación de las partes, al tiempo que en el 78% restante no hubo pacificación.
"La mediación penal empezó a realizarse en Zaragoza gracias a un programa del Consejo General del Poder Judicial", explica Carlos Piñeyroa, de la asociación ¿Hablamos?, que está detrás de esta experiencia piloto desde sus inicios en noviembre del 2006. "Con la experiencia que se ha acumulado en este periodo se está preparando un anteproyecto de Ley de Mediación Penal que es posible que no se apruebe hasta la próxima legislatura", agrega.
Sin embargo, una ley no bastará para poner en órbita la mediación penal. Además, como señalan los jueces que la imparten, es necesario que se incrementen los medios humanos y materiales de los juzgados, dado que ya están de por sí sobrecargados de trabajo.
ALTERNATIVA Para Piñeyroa, que se mueve en el mundo de defensa de los Derechos Humanos y de la atención a presos y víctimas, la base de la mediación penal es "el diálogo". "Se trata de demostrar que, dentro del proceso penal, es posible que la víctima y el autor del delito o la falta dialoguen", apunta.
Con todo, la mediación penal estaría casi al final del camino, pues existe otra fórmula apaciguadora: la mediación comunitaria, que se pone en funcionamiento cuando no se llega a presentar denuncia por un hecho supuestamente delictivo.
"Lo más importante de la mediación penal es que existe una transformación personal", apunta el responsable de ¿Hablamos?. Se dan casos, comenta, de víctimas que acaban llamando a su agresor por su nombre de pila, "en lugar de desearle que se pudra en la cárcel". Y, a la inversa, el autor de un delito tiene la ocasión de saber el miedo y el dolor que infligió a su víctima.
Tras el diálogo, sostiene Piñeyroa, es más difícil que el agresor se disculpe diciendo que ´solo´ le puso la navaja y que ´ni siquiera´ le pinchó". La palabra, subraya, "nos humaniza, pero en el proceso penal ordinario las víctima jamás habla con su agresor".
El Periódico de Aragón. 25/04/2011.